Nacional 17 de mayo de 2022 3 años ago

Protección a los criminales

Sus defensores dicen que todo lo tiene bien planeado. Hay quienes, como Jorge Taddei, el “superdelegado” cuatroté en Sonora, que […]

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Sus defensores dicen que todo lo tiene bien planeado. Hay quienes, como Jorge Taddei, el “superdelegado” cuatroté en Sonora, que no tienen pena cuando aseguran que es una política diferente: “Balazos pide la derecha. Eso ya falló con Fe Cal (Felipe Calderón, su cliché del villano de cabecera). La estrategia es preventiva: Becas, apoyos a jóvenes, universidades, programas sociales. No a los ‘daños colaterales’. No entienden y hasta son groseros con AMLO que reitera respeto a la libertad. Esta transformación es pacífica”, tuiteó. Me pregunto si estará convencido de sus palabras o es lo que se le ocurre para “defender” a un Presidente que justifica una humillación a las fuerzas armadas, diciendo que esos criminales son unos “seres humanos” y hay que protegerlos. El problema es que no protege de la misma manera a un pueblo que está vulnerable, a la deriva, viendo cómo los malhechores se posicionan como dueños de cada espacio, asesinando, cobrando “derecho de piso”, controlando la venta de drogas y que, ahora, hasta se dan el lujo de escenificar momentos como ese, en el que el mundo pudo observar a militares en fuga. Ni a Orson Welles se le hubiera ocurrido algo así para el famoso “cine noir”.

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“Abrazos, no balazos”. Eso sólo funciona para quienes viven fuera de la ley. No es el mismo rasero para periodistas (atacados, exhibidos, amenazados, asesinados sin que la “autoridad” reaccione), tampoco para empresarios que viven con la guillotina oficial sobre sus cabezas o los empleados que tienen que dejar parte de su salario en los impuestos. Perdón, pero alguien debería alzar la voz y exigir que el primer mandatario ordene la correcta aplicación de la Ley, que los criminales tengan su castigo o seguirán incendiando al País.

Me pregunto si los funcionarios sensatos, que deben existir, hablan con el Presidente. ¿Alguna vez, en sus dos años como secretario de Seguridad, Alfonso Durazo lo habrá cuestionado?, ¿qué le diría aquél nefasto día en que tuvo que ordenar la liberación de Ovidio? ¿Ahora, como Gobernador, le reclamará en privado la obligación de cumplir una “política” que fracasa día con día? ¿En la soledad de sus vidas, de sus despachos, meditarán sobre estas situaciones?, ¿se lo cuestionarán?, ¿se preguntarán por qué motivo tienen que aceptar todas las órdenes sin chistar?, ¿pensarán alguna vez que el señor se irá dentro de dos años (a menos que sepan algo que nosotros no), ellos se quedarán con ese caos en las manos y el pueblo bueno pagando las consecuencias?

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Difícil entender ese agachismo, ese silencio cómplice ante alguien que parece vivir de las ocurrencias diarias. Porque resulta más complicado creer que detrás de cada dislate hay una “estrategia muy definida”. Decir que los criminales deben ser protegidos porque son seres humanos, después de verlos humillando a los militares, no tiene lógica, por más que le busquemos. Si con los militares hacen eso, qué podemos esperar los ciudadanos comunes y corrientes. Y que tipos trasnochados, como Taddei, quieran convencernos de que “esta transformación es pacífica” raya en el absurdo. Para empezar no estamos viviendo una transformación. Son los mismos dislates y abusos del pasado, sólo que ahora sin rumbo, sin idea, sin oficio. Lo que queríamos y necesitábamos cambiar ha resultado peor.

 

El maestro

“¿Algún profesor marcó tu vida?”, me preguntó un amigo el pasado domingo, que era Día del maestro. Muchos, respondí. Y mi mente recorrió a algunos, como María del Socorro Hoyos del Cid, aquella maestra que me mostró lo que era educar y preocuparse por los que menos tienen; la “profesora Dorita” (Dora Gómez, mi primera mentora), Blanca Barreras y el inolvidable Manuel Barreras Velarde, en sexto año de primaria. En la secundaria Othón Almada recuerdo a maestros entrañables como Arturo Aguirre Ramos, Cruz Meza de García (regañona, pero muy efectiva y lograba su objetivo), José María Ballesteros, Gilberto Vázquez Holguín. Acaba de fallecer don Manuel Germán Bosse Verdugo, quien guió a varias generaciones con su carácter amable, apacible y directo. Se preocupaba por formar, por hablar de los temas “tabú” y sabía cómo moldear a esos niños/adolescentes. Un hombre íntegro, como son los maestros que tienen vocación. En estos tiempos tan complicados necesitamos voltear a ver más a los maestros, buscar apoyos reales, porque en ellos está la clave del futuro. Felicidades a todos los maestros y gracias a los que me formaron en el camino.

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