Liberan memorias adultos mayores a través del teatro con taller “Caminos de la vida”
* Ofrece función de cierre cuarta emisión del taller promovido por la Secretaría de Cultura de Guanajuato. * 14 personas […]


* Ofrece función de cierre cuarta emisión del taller promovido por la Secretaría de Cultura de Guanajuato.
* 14 personas adultas mayores, con dirección de Samara Gutiérrez y Eduardo Urbina, tomaron parte del programa en el Centro Gerontológico “Con deseos de vivir”.
León, Gto., a 30 de junio de 2025.- Rosita y su sueño cumplido de montar un camello; Vicky y Celia: hermanas y cómplices contra la rigidez de su madrastra; Lupita y su columpio de bugambilias; y Rosy, la que se hizo maestra de Zumba en Estados Unidos.
Estas historias y varias más fueron compartidas directamente por quienes las vivieron en la función de cierre del taller de teatro documental para personas adultas mayores “Caminos de la vida”, realizada este miércoles 18, en el Centro Gerontológico “Con deseos de vivir”, en la ciudad de León.
El taller, promovido por la Secretaría de Cultura de Guanajuato, reunió durante tres meses a una veintena de personas, de las que 14 tomaron parte en la representación final dirigida por Samara Gutiérrez y Eduardo Urbina.
Al respecto, la secretaria de cultura, Lizeth Galván Cortés afirmó: “La cultura es un derecho humano tan esencial como la salud o la educación. Por eso impulsamos iniciativas como este taller, donde las personas adultas mayores pueden expresarse, sanar y compartir sus memorias a través del arte. Nuestra labor es garantizar que todas las etapas de la vida tengan acceso a estos espacios de creación y encuentro”.
Peripecias de infancia y juventud, romances, viajes, pérdidas, duelos y reconstrucciones fueron la materia prima del montaje construido a partir de las memorias de los participantes y aderezadas con recursos escénicos como el teatro de objetos, el canto y la música.
La puesta en escena fue un rosario de 13 historias de vida, separadas en cuatro secciones: infancia, juventud, madurez y cierre; con transiciones musicales en cada una de ellas. Vicky y Celia fueron las primeras en pasar al centro de escenario, para evocar cómo, ingeniosamente, es escabullían del ojo castigador de su madrastra.
Mauri y David también hilvanaron recuerdos de infancia: desde las idas al estadio para ver al Cruz Azul hasta el encierro de castigo en el colegio por portarse mal; mientras que con su galano vestido jarocho, Gaby compartió una carta para la niña que fue.
Desde lo profundo de la memoria emergieron también rastros de la vivencia del amor, como la de Chava, quien volvió a encontrar una compañera tras perder a su esposa en la pandemia de COVID-19; de la reconstrucción tras la pérdida de hijos o hermanos, como las de Lupita o Lety; o del descubrimiento de vocaciones inesperadas, como ocurrió con Rosy.
Rosa del Carmen Espinoza, participante del taller, recuerda que cuando vio la invitación a participar no lo pensó dos veces. “A mí me gusta todo lo que sea baile, coreografía y demás. Mi esposo y yo fuimos de los primeros en inscribirnos. Pienso que el taller me ayudó a quitarme miedos y sacar mis vivencias”.
Su compañera de elenco, Gabriela Tovar, afirmó que la experiencia fue especialmente enriquecedora, pues “hemos descubierto infinidad de detalles y habilidades para la vida de un adulto mayor y para hacer resaltar a vitalidad que aún tenemos para salir adelante”.
Por su parte, Salvador Gómez, manifestó con entusiasmo: “Me sentí muy a gusto. Solté lo que podía con sinceridad. Creo que no fue sencillo compartir detalles tan íntimos de nuestra vida, pero gracias a la comunicación entre todos los compañeros y con Samara, la maestra, fuimos adquiriendo la seguridad para hacerlo”.
“Caminos de la vida” es un taller que la Secretaría de Cultura ha promovido desde 2024 en distintos centros gerontológicos y la Biblioteca Central Estatal. Su coordinadora, Samara Gutiérrez, explica que el propósito es dar oportunidades de integración y creatividad a personas adultas mayores, deshaciendo estigmas asociados a esta edad como la soledad y la pasividad.
“Aquí buscamos que sean personas activas, protagonistas de sus propias historias, seres activos y creativos. Se da también mucho el sentido de equipo, pues el acto grupal es fundamental. Cada quien tiene su escena, pero todas y todos contribuyen en algo”, apunta la coordinadora.
Gutiérrez señaló que aunque el taller tiene una metodología ya establecida, el resultado ha sido diferente con cada grupo, pues cada uno tiene no sólo sus propias memorias, sino también dinámicas, contextos y necesidades. “Lo importante es crear un espacio de confianza para que se sientan con la posibilidad de desenvolverse e incluso ser vulnerables. Recuperar hasta recuerdos dolorosos, pero darle un giro y verlos con otros ojos”.