Nacional 10 de mayo de 2022 3 años ago

Caminar sobre muertos

Somos un país en el que caminamos sobre muertos, así de cruda y brutal es la realidad que todos los […]

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Somos un país en el que caminamos sobre muertos, así de cruda y brutal es la realidad que todos los días viven miles de familias, miles de madres y miles de padres que buscan a sus hijas, a sus hijos desaparecidos. Caminan sobre muertos, sobre huesos en el desierto, cadáveres incompletos en fosas, cuerpos en cisternas, con el “dolor en el alma que no les cura nadie”, como afirma Mirna Nereida Medina, la fundadora de un grupo de madres que busca a sus personas desaparecidas en Sinaloa, “Las Rastreadoras”, como las nombró en 2015 el periodista Javier Valdez, dos años antes de que a él lo asesinaran por hacer su trabajo. La lucha de Mirna y otras madres que buscan hasta encontrarles son el retrato que el cineasta José María Espinosa presenta en el documental “Te nombré en Silencio”, a estrenarse esta semana que en México celebramos el Día de las madres.

Mirna lidera y capacita a un grupo a realizar las tareas que el Estado no está haciendo: Encontrar e identificar los restos humanos de personas desaparecidas. Con palas, con tubos de metal que terminan en punta de lanza, escarban en la tierra, la huelen, encuentran cadáveres, a veces de animales, a veces de humanos y recopilan huesos. “Mira, aquí están los deditos, mira aquí hay unos que parecen de la muñeca”, así se les oye comentar a las madres rastreadoras en el documental, quejándose de la labor de la Fiscalía estatal porque no termina de recuperar los restos.

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En México hay una tragedia dolorosísima. Desde que arrancó la guerra contra el narco hay miles de personas desaparecidas. El documental cuenta parte de esta historia entre 2015 y 2018, año en que terminaron su filmación. En los tres años y medio que va del sexenio de AMLO las cifras oficiales de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) notifican de 31,399 personas desaparecidas y no localizadas. De 2006 a 2018, la misma CNB notifica de 51,891 personas desaparecidas y no localizadas. De continuar esta tendencia, al final del sexenio de AMLO podría superarse la cifra de los dos sexenios de Calderón y Peña juntos. Esto es una verdadera tragedia.

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Los colectivos de madres de búsqueda de desaparecidos ya se replican por otros estados. No sólo en Sinaloa, sino en Tamaulipas, en Chihuahua, en Guanajuato. La vida de madres que se han visto obligadas a buscar a sus quinceañeras perdidas o a sus hijos veinteañeros o a sus esposos son cada vez más frecuentes. Somos un país de personas desaparecidas, de fosas clandestinas, de madres buscadoras o de las que pasaron su vida buscando a su hijo sin encontrarlo, como fue el caso de Rosario Ibarra de Piedra.

Y no todos los casos de las personas desaparecidas se hacen mediáticos, como los de Debanhi Escobar o el de Yolanda Martínez en Nuevo León. Todos los días siguen desapareciendo jóvenes como Roberto, el hijo de Mirna, o como las y los jóvenes migrantes centroamericanos que pasan por México en camino hacia EU y que se cruzan con el crimen organizado que les secuestra y les arrebata sus vidas.

El sexenio de AMLO ha quedado a deber en seguridad, en justicia y en la verdad. Quienes votamos por él seguimos esperando que haya resultados. Es cierto, el Presidente sigue siendo muy popular, su carisma le ha servido de teflón ante la realidad de un país en el que ni la seguridad ni la economía mejoran. No se gobierna con popularidad. Habrá que ver si la realidad choca más temprano que tarde con el apoyo que sigue teniendo el Presidente o si en las calles empezamos a oír lo que no se ve en las encuestas.

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El 10 de mayo se celebra la maternidad idealizada, la de las mujeres que añoran ser madres, las que se dedican exclusivamente a la crianza y la educación. Así ha sido por décadas esta celebración que se basa en el consumo, en el regalo para las madres, en la comida en un restaurante, en el festejo. ¿Y cómo no celebrar a esas mujeres que han hecho de la maternidad deseada y elegida su identidad de vida? Sin embargo, hoy celebremos a Mirna, a Rosario, a todas las madres que han perdido a sus hijas e hijos y que no se rinden hasta encontrarles.

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