“Donde cabe uno, caben todos”: una historia de identidad de género dentro de un centro penitenciario en Guanajuato
La Secretaría de Seguridad y Paz garantiza el derecho a la identidad de género de las personas privadas de la […]


- La Secretaría de Seguridad y Paz garantiza el derecho a la identidad de género de las personas privadas de la libertad, conforme lo establece la ley.
- D, persona con identidad masculina reconocida en el Sistema Penitenciario Estatal, ha detonado un proceso institucional de sensibilización sobre diversidad sexual y derechos humanos.
- “Si nunca se atreven a ser quienes son, la felicidad no se va a alcanzar”, afirma.
Guanajuato, Gto., a 29 de junio de 2025.- En un contexto de privación de la libertad, D encontró una forma de ser libre: siendo él mismo. No necesitó levantar la voz ni confrontar. Solo pidió ser reconocido como lo que siempre supo que era: un hombre. “No importa en el lugar que estemos, no importan las rejas, no importa nada, importa estar, ser”, afirma con serenidad.
Al nacer, a D se le asignó el sexo femenino, pero después descubrió que su identidad de género era masculina. Lo vivió en libertad y lo ha sostenido en reclusión. Hoy, en un centro penitenciario del estado, cumple su sentencia y está escribiendo una historia que abre caminos.
Reconoce que, dentro del Sistema Estatal Penitenciario de Guanajuato, él está sentando un precedente, y lo dice en voz alta. “Todavía no llega nadie igual que yo. Pero tal vez pronto llegue. O sea, no voy a ser el único.”
Durante su proceso penal, D solicitó no ser trasladado al área varonil para preservar su integridad. Expuso su situación con claridad ante el tribunal, fue escuchado y permanece en el área femenil. “Nunca fui discriminado, nunca me hicieron menos en ninguno de los dos centros.”
Ha vivido en convivencia armónica con el personal y con otras personas privadas de su libertad. Su comportamiento, dice, ha sido siempre de respeto. “Yo no soy de pleitos, ni de llevar la contraria, ni de nada. Yo acato las órdenes.”
Pero no todo ha sido fácil para él. Así lo dice al relatar los retos que ha enfrentado en cuanto a seguimiento médico. Tras quince años de tratamiento hormonal continuo, tuvo que firmar una responsiva para continuar recibiéndolo. “Ya no puedo dejar de hormonarme, porque puedo morir. Cada día agradezco más y más, a Dios, porque me da la oportunidad de poder vivir aun estando aquí.”
D también coordina un grupo de Alcohólicos Anónimos. Lo hace con convicción, porque sabe lo que es tocar fondo. “Unos meses antes de que me encerraran fui al Cervantino, muy ebrio, choqué con un muro de contención, se partió el carro en dos… no me pasó nada. Y al día siguiente volví a tomar.” Hoy, dice, ese momento marcó un quiebre. “Afortunadamente me detienen. Afortunadamente dejo de beber. Y comienzo a ser yo.”
Ha conocido historias de abandono, violencia, exclusión. Y desde ahí, reafirma su camino: “Sé por dónde no quiero ir.”
Desde entonces, escucha. Acompaña. Resiste en reclusión. “Es un lugar en el que puedes aprender a valorar tu vida si tú quieres. Quien seas, no importa, puedes ser tú.”
Su paso por el Sistema Penitenciario ha detonado un proceso de transformación institucional, marcando un antes y un después. Se han fortalecido las capacitaciones con enfoque de derechos humanos, diversidad sexual y trato digno dirigidas tanto al personal penitenciario como para quienes realizan labores de seguridad en territorio.
Desde la Secretaría de Seguridad y Paz, en coordinación con la Subsecretaría para la Atención a las Personas de la Diversidad Sexual y de Género, se impulsa la sensibilización a mandos y personal operativo en todo el estado. El objetivo es claro: erradicar prejuicios, reconocer derechos y garantizar trato digno a todas y todos.
Lo anterior se realiza en sintonía con la visión de la gobernadora Libia Dennise García Muñoz Ledo: el respeto a los derechos de todas las personas debe ser una realidad en Guanajuato. Como dice el Decálogo del Gobierno de la Gente: el mayor derecho es la dignidad humana.
D lo dice con términos más simples: “Promover la igualdad, nada más.” Y cuando habla a quienes escuchan su historia, su mensaje es cálido, pero también valiente: “Si nunca se atreven a ser quienes son, la felicidad no se va a alcanzar por completo.”
Su libertad total aún no llega, pero ya encontró lo más importante: su identidad. “Hoy soy feliz, hoy sonrío, hoy estoy bien. No importa que tenga este uniforme. Soy yo, soy yo, soy yo, soy yo.” Habla para cualquiera que haya sentido que no encaja, que no se atreve a nombrarse, que vive a medias. “Búscate en la quietud. Búscate en el silencio. Si quieres poner un negocio, si quieres pintarte el cabello de rojo, si te lo quieres cortar, si quieres andar a rapa, si te quieres vestir como te quieras vestir, sé tú. Siempre sé tú.”
“Donde cabe uno, caben todos”, sostiene. Porque cuando sociedad y gobierno generan condiciones para que todas las personas puedan ser quienes son, lo que se abre no más que solo una puerta: es la posibilidad de construir una convivencia basada en la dignidad, que reconoce, acompaña y transforma.
