El nivel de “nuestros” diputados
Fue un día extraño. Desde las 7:00 de la mañana del domingo (hora de la CDMX) estaba expectante. No porque […]
Fue un día extraño. Desde las 7:00 de la mañana del domingo (hora de la CDMX) estaba expectante. No porque no supiera el resultado del “juego” (se votaría la reforma eléctrica que tanto obsesionaba al Presidente), sino por esa curiosidad de ver cómo se iban a comportar los “jugadores”, si estaban a la altura de lo que exigía la afición y si eran capaces de desarrollar un “partido” de alto nivel. Al final quedó al desnudo la realidad de un Poder Legislativo rebasado, pleno de personajes incompetentes, ruidosos y poco efectivos. En un Congreso debería prevalecer el razonamiento, los conceptos de fondo, las ideas encontradas en busca de acuerdos por el bien de la Nación. Eso se le da solamente a unos cuantos, pero dominan los que gritan para descalificar a quien tiene la voz.
Fue una sesión “bizarra”. Un Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la mesa directiva, ineficaz, fuera de control, que permitió iniciar con 50 minutos de retraso y discusiones estériles, como el intento de una “diputada” chihuahuense que quería eliminar a Margarita Zavala, “porque su esposo ha trabajado para Iberdrola y ella no puede ser imparcial”. Así como lo leen, una mujer le dijo a otra mujer que seguramente no va a tomar buenas decisiones porque “su hombre” la domina. Una oda al feminismo.
Lo rescatable de toda esta jornada de 12 horas con 37 minutos fue que la división de poderes está de nuevo en el Congreso, aunque no de la forma ideal. Son bancadas férreas que buscan demostrar quién es más poderoso. No analizan a fondo, no dan libertad a los legisladores de decidir lo que es mejor para el pueblo. Son bravucones y bravuconas que lanzan amenazas, gritos de “no va a pasar, no va a pasar”, como si ese fuera el único objetivo. Los otros responden con “es un honor estar con Obrador”. Qué situación tan penosa, los miembros del Legislativo poniéndose como tapete defensor del Ejecutivo. ¿Sabrán de qué se trata su labor? No.
¿Y Sonora? Esa es otra historia. Ya no tenemos figuras de peso nacional. Perdidas en las filas de su partido, esperando el momento para acatar la orden que les mandan desde Palacio Nacional. Ninguno destaca porque, de siete que fueron electos, tres pidieron licencia para irse a otra liana en el Gobierno del Estado. No es que hagan mucha falta porque serían igual de intrascendentes, pero ¿no tuvo Durazo más opción que llamar a legisladores en funciones a su gabinete? ¿Le dará pena? No creo, jaja, es el mismo esquema del priismo más rancio del siglo pasado.
Bueno, Sonora sí fue tema al inicio de la sesión porque han de saber que en la Cámara de Diputados hay 499 integrantes (una panista se fue candidata a Gobernadora y su suplente ya era diputada por otro partido. ¿Lo pueden creer?) y el pasado domingo solamente faltó una. Su nombre es Ana Laura Bernal Camarena y “representa” al distrito dos con cabecera en Nogales, Sonora. Lo peor es que fue reelecta el año pasado. No hay oficio. Las vacaciones por encima de su responsabilidad.
Otra historia de la vida real: Marco Antonio Flores es diputado de Morena. No fue a la sesión porque es vocalista de un grupo llamado Jerez y resulta que tenía concierto en Estados Unidos, allá cerca de Chicago, justo a la hora de la sesión. No lo van a creer, pero la mesa directiva permitió que su suplente tomara su puesto, sólo por ese domingo. Ni pa’dónde ver con estos, dirían las doñas de antes.
Lo “mejorcito”, al menos para mí, fue la exposición de Jorge Romero Herrera, el coordinador parlamentario del PAN. Buen orador, claro, aunque un poco sobreactuado. Se le agradece que no leyó y puso claridad en sus conceptos. El priista Ildefonso Guajardo fue el otro que sí “la sacó del cuadro”.
AMLO ha golpeado tanto a sus “enemigos” (convencido de ese papel en todos los que no le siguen el rollo) que logró unirlos en su contra. Lo del pasado domingo es, también, producto de un voto popular que decidió que Morena ya no tendría la “aplanadora” con la mayoría absoluta, porque son unos tapetes de un Presidente que cree ser el centro de este País. Ya le está quedando claro que no podrá seguir haciendo lo que le pegue la gana.
Su soberbia está, al fin, acabando con esa gran oportunidad que tuvo hace cuatro años.