Farandula 3 de febrero de 2022 3 años ago

La música pop y las enfermedades mentales

El cantante belga Stromae causando sensación recientemente en el telediario de máxima audiencia en Francia, al evocar abiertamente su dura […]

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El cantante belga Stromae causando sensación recientemente en el telediario de máxima audiencia en Francia, al evocar abiertamente su dura depresión y las ideas de suicidio que lo acosaron recientemente.

«He tenido pensamientos suicidas y no me siento orgulloso de ello», cantó el artista mulato, abatido por una larga enfermedad complicada por la llegada del Covid-19.

Los problemas mentales no son nuevos en la música pop. En los inicios del rock and roll, y durante décadas, los músicos se ocultaron de forma más o menos afortunada bajo la imagen de «artistas torturados», pero las nuevas generaciones, en un mundo constantemente controlado por las redes sociales, prefirieron abordar directamente estos problemas.

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Es el caso de Lady Gaga y sus difíciles inicios como artista, de Billie Eilish y sus angustias adolescentes, de Adele y sus problemas con el alcohol.

Entre 2017 y 2019 se produjeron varios suicidios que provocaron la desolación de fans y del sector musical: Avicii, Keith Flint, Chris Cornell y Chester Bennington.

Un estudio realizado en Australia asegura que una carrera musical plena puede llegar a recortar en 20 años la esperanza de vida.

El temperamento de los artistas juega un papel nada despreciable a la hora de lanzarse al mundo de la música y enfrentar esos riesgos. Pero más allá del estrellato, los músicos profesionales entre telones sufren de la inseguridad laboral, las giras incesantes, los horarios desfasados.

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Poco a poco están surgiendo grupos de apoyo, organizaciones de autoayuda, como Help Musicians en Gran Bretaña, o Backline en Estados Unidos.

«Para los mánager y los agentes puede ser tentador organizar montones de conciertos para compensar las pérdidas» causadas por la pandemia del Covid-19, explica Jones.

«Pero ahora sabemos que una agenda excesivamente cargada (…) es un desastre potencial desde el punto de vista de la salud», alerta.

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