Periodos sexenales, son larguísimos y deben replantearse
La revocación de mandato es una mala solución al problema que constituye el tener en México un periodo presidencial largo, […]
La revocación de mandato es una mala solución al problema que constituye el tener en México un periodo presidencial largo, consideró Jesús Silva-Herzog Márquez.
En entrevista con 24 HORAS, indicó que dicho ejercicio democrático es un contrasentido y hace de la institución un espejo del narcisismo presidencial.
¿Cuando se vuelve inevitable la transición democrática de México?
-Las reformas políticas liberalizadoras de 1977, de 1996, y otras, abren el juego político y le dan al núcleo del régimen, que es ya no tener mecanismos para revertir las decisiones de los electores. En el momento que el Gobierno saca las manos del árbitro electoral, para mí ahí ya no hay vuelta atrás. Tras haber dicho esto, recordemos que históricamente siempre hay “para-atrases”; ninguna reforma tiene el sello de irreversibilidad.
¿Cuál es el legado del presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) en términos de la transición?
-Lo veo como un político que entendió su responsabilidad histórica como un administrador competente, honesto, y que abrió la competencia electoral para que lo relevara quien tuviera más votos; así de elemental y trascendente.
¿Qué propondrías para que las generaciones más jóvenes de mexicanos no dieran por sentado la democracia electoral?
-La defensa del régimen democrático que nos corresponde debe ser muy crítica. No debemos cultivar una especie de nostalgia de lo que teníamos en México en noviembre de 2018. No debemos mitificar la transición como una época dorada; no lo fue. Hubo avances importantes, pero al mismo tiempo produjo problemas que hay que encarar.
¿Qué opinas de la revocación de mandato que impulsa Morena?
-Es un contrasentido y hace de la institución un espejo del narcisismo presidencial. “Yo te consulto para que me diga el pueblo cuánto me quiere”, ¿no? Cosa que, en términos de los ejercicios demoscópicos, está bastante clara. López Obrador es un presidente popular. No extraordinariamente popular, pero tiene respaldo y no hay una mayoría que quiera que se vaya antes de 2024.
En un régimen presidencial, lo que se estipula con la revocación es casi perverso. Porque lo que podríamos estar viviendo a partir de 2024, cuando desaparezca la excepcionalidad histórica que es López Obrador, es que la próxima presidenta o presidente enfrente un espacio político que a partir del primer momento está trabajando, no para ver si hay una “luna de miel” donde se pueden apoyar ciertos pactos legislativos, sino para ver de qué manera, a mitad del periodo, se elimina al presidente.
Es una mala solución (la revocación) al problema que constituye el tener en México un sexenio, que es un periodo presidencial larguísimo. Tomarse en serio las instituciones, como dice Diego Valadés, implica que le demos otra pensada al periodo de seis años.
Pensémoslo. Ahora, si se va a acortar el periodo, no es simplemente “quiero que se quite esto”, sino debatir qué ponemos en su lugar.
¿Qué piensas que diría Octavio Paz del sexenio de López Obrador?
-Con Octavio Paz habría una gran denuncia a la manipulación de la historia, a esta perspectiva tan maniquea del “liberalismo vs. conservadurismo”. Podríamos ver a Paz desenvolviendo esa línea en donde dice que para la historia de México es tan importante Benito Juárez como Lucas Alamán. O reconociendo, por ejemplo, que la pluralidad mexicana necesita reivindicar su episodio colonial, tan condenado por López Obrador como esta invasión que nos arrancó de lo nuestro, en vez de este espacio que cultivó una nación de mezclas.
En Paz veríamos una intensa denuncia contra los ataques a la ciencia y a los espacios de autonomía de la sociedad civil. Veríamos una crítica al hostigamiento retórico del Presidente.
FRASE
“La defensa del régimen democrático que nos corresponde debe ser muy crítica. No debemos cultivar una especie de nostalgia de lo que teníamos en México en noviembre de 2018”
LEG